De acuerdo, este es un blog de fotografía, pero creo que también hay espacio en él para exponer lo que uno siente, lo que uno piensa en determinados momentos.
Cuando uno piensa en algún lugar del mundo al que una persona debe ir al menos una vez en la vida, surgen varios nombres, pero uno de ellos es sin duda Nueva York. Ciudad de contrastes, de luces y de sombras, un universo en sí misma, Nueva York se reinventa como capital del mundo moderno mientras trata de cicatrizar la terrible herida del 11S.
Es realmente curioso cómo se puede pasar en pocos kilómetros, y simplemente andando un rato, desde Chinatown a Little Italy, de China a Italia, y de ahí a la milla de oro de la 5ª avenida y sus tiendas “pijas” o subir a Harlem, dentro de la misma Manhattan, que no es a su vez sino un “barrio” de Nueva York.
Confieso que yo he visto poco del NY profundo. Más bien me he dedicado a hacer el turista de la manera más típica que se pueda encontrar, pero aun así creo que he conseguido respirar algo del aire de Nueva York que hace que esa ciudad hipnotice.
Lo primero que asombra en un viaje como este son los preparativos. Eso de tener que decirle al gobierno que sí, que voy a ser bueno, que no voy a meter una enfermedad en el país o que no soy un espía… ¿pero es que alguien en su sano juicio va a decir que sí, que es un espía? Y luego la larga cola a la entrada de la aduana en el JFK… desesperante. No es un buen comienzo, la verdad, menos mal que luego la cosa mejora:
Hotel en la calle 42, y hora de pasear. Times Square está cerca, los musicales de Broadway me esperan, y los rascacielos que pasan a mi lado son objeto de mi codicia fotográfica. Paseo por Harlem y por Central Park en domingo. Un día magnífico que hace que la gente salga a tomar el sol, merendar en el parque y disfrute de la ciudad.
El sol se pone, y Times Square brilla como si no hubiera noche. Anuncios, consumo, tiendas. La meca del mercado. La zona cero. Lugar de profunda herida. La cicatriz se intenta recomponer con nuevas torres, pero la imagen persiste.
La subida al rascacielos. Rockefeller o Empire, subir a una de las cimas de la ciudad da una perspectiva diferente. Normalmente por NY se mira hacia arriba, pero aquí se mira al horizonte y hacia abajo. Muy recomendable realizar la visita durante el anochecer. Ver despertar poco a poco las luces de la ciudad y observar como poco a poco van ganando la batalla al sol no tiene precio.
Acostumbrados como estamos los europeos a hacer el turista buscando cascos antiguos y monumentos clásicos, es extraño adentrarse en una ciudad en la que eso no existe. Los monumentos son todos modernos, no existe un “casco antiguo” y todo está diseñado a una escala monstruosa. Es necesario cambiar la mentalidad cuando se va allí, pero una vez que se consigue es una ciudad para disfrutar.
Al principio dije que NY es una ciudad para ir al menos una vez en la vida. Pero una vez que vas, ¿puedes ir solo una vez? Esta ciudad engancha…